viernes, 30 de abril de 2010

Los pájaros cantan y las nubes se levantan (ahora que tu madre se ha ido)

La veía insulsa y gorda, fregando platos después de comer, mientras yo removía el azúcar del café con esa mueca de desdén que el tiempo te va dejando en la cara.

Sumido en mi propia apatía fijé la vista en mi ventana y un pajarito vino a posarse en mi maceta. Se quedó muy quieto durante un segundo y empezó a dar saltitos, supongo que cazando algún pequeño insecto. Una ligerísima brisa entró por la ventana con olor a manzanilla. acariciándome la cara iluminada por este sol que anunciaba la entrada de la primavera. El pajarito echó a volar hacia sus congéneres que ya habían alegrado la calle con sus cánticos.

El ruido del grifo me trajo de nuevo a la cocina, y allí estaba mi Paca dándole a la olla del cocido. Vista así de espaldas, con ese bamboleo de carnes, es evidente que aquellas curvas habían perdido su forma. Recuerdo como a mis amigos se les caía la baba cuando la veían conmigo en la moto, falda al viento, enseñando aquellas piernas. Mi Paca.

Me acerqué sigilosamente a ella para abrazarla. Le levanté el vestido, le eché las bragas a un lado y la embestí allí mismo con los pantalones en los tobillos mientras ella se me resistía como una leona orgullosa.

Francisca se dio la vuelta y me pegó con la olla en la cabeza; el golpe me hizo retroceder con tan mala suerte que los pantalones me hicieron caer de espaldas y fui a dar con la sien en el borde de la mesa de silestone verde mar, "porque combina mejor con el blanco de los muebles". Yo es que, la verdad, de decoración no tengo ni idea. Esas cosas siempre se las he dejado a mi Paca, que siempre ha tenido mejor gusto que yo.



Beatles - Fool on the Hill

Art by Tim Biedron