sábado, 29 de marzo de 2008

Autoscopia

Cuando quise darme cuenta, me encontré mirando toda la escena desde el techo. Sin embargo, no todo yo estaba allí arriba, ya que aún sentía cómo cortaban y golpeaban mi cuerpo. Seguía sintiendo dolor, pero amortiguado. Era como si alguien hubiera acolchado un martillo y me golpeara con él. La imagen no es fortuita: me estaban partiendo las costillas. La intervención quirúrgica se prolongó durante tres horas. El perfil de mi cuerpo era borroso... La herida propiamente dicha era un vacío total. Tuve la impresión de que no era lo bastante valiente para observar mi propio cuerpo.

Y siento que desaparece, donde cada parpadeo es un fundido en blanco y los sentimientos se me muestran desnudos, el tiempo.

Debe de ser lo más parecido a la PAZ. Sin dolor, solo amor; un estado del alma hasta ahora desconocido. Inexplicable. Ahora me doy cuenta de que la vida corriente no es más que una cárcel donde nos creemos libres, donde procesamos lo que llamamos realidad con un cerebro minúsculo y ridículo. Ahora puedo ver con los ojos del alma mediante un estado que definiría como atemporal... Pasado, presente o futuro... ¿qué más da? No hay sensación de pérdida. Quisiera expresar a los que serán testigos de mi horrenda mueca la ignorancia del hombre, por cuanto no sabe amar, por cuanto no sabe valorar y sentir las cosas hasta el tuétano mismo. Ahora que lo sé.


Pero, horrorizado, caigo en la cuenta de la innombrable aberración que tendría lugar. Recuerdo aquello que te hice prometer, aquello que te supliqué que hicieras (¡¿por qué?!). ¡Cuánto me arrepiento, Dios mío! Años malgastados por una ambición que ahora se torna monstruosa, espeluznante, ridícula y propia de un ser, entonces, insignificante y adormecido: la maldita fórmula.

Y no puedo hacer otra cosa que estremecerme de horror al sentir un espantoso latido en el pecho, el pinchazo helado de la sangre fluyendo por mis venas, el dolor inmenso en cada ramificación nerviosa de mi cuerpo, ese peso de mil losas que hunde mis sentidos en una ciénaga y el escalofrío aterrador al oír tu voz desde el inframundo: "Cariño, despierta".



Rage - Wake me when I'm dead



Basado en la experiencia de Ruderman, S.A., "Personal Encounter with Death and Some Consequences".

Art by genitalssky


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