El chocampiro


Bueno, como sabéis, me gusta hablar de personas y seres inquietantes, un tanto peculiares, pero a este no creo que lo conozcais; mi homenaje es para Álvaro, el Chocampiro.

El niño era negro, aunque sus padres eran blancos y cuando se reía dejaba asomar sus colmillos puntiagudos. Sus miembros eran finos y alargados, el tío tenía porte como de mantis religiosa y además tenía pelopicha.

Pese a que hace una eternidad que no mantenemos el contacto, aún hoy nos seguimos acordando de él. Además de jugar al juego aquél de las Tinieblas de la noche, que con él era para cagarse, recuerdo como en casa de Juanma, su pasatiempo favorito era rebuscar en el cajón de las bragas de su hermana Rocío. 

También recuerdo que después de comer, el padre de mi amigo tenía como hábito sentarse en el trono un rato y la situación era tal cual:

(Toc, toc)
¿Qué pasa?
Don Juan Manuel (siempre con educación), ¿está usted cagando?
Álvaro, vete por ahí, coño.
Jijijiji...

Según dicen, ahora es un hombre de provecho y tiene una novia que está buena. Aunque jamás leas esto, un saludo, Álvaro, beautiful friend.