Mi perro Sobras tiene HAMBRE. Mueve la cola por que estoy triste, por mi falta de APETITO, porque sabe que hoy va a COMER de lo lindo. Maldito perro, alimentado por mis desgracias. Cómo las huele.
Hoy me siento un poco como ese potaje de lentejas: que sobro. Así que me siento en el sofá para ver la tele mientras mi perro lo ENGULLE todo.
Y aquella forma odiosa de mover la cola...
Ese día, los alaridos alertaron a los vecinos y llamaron a la policía. Fue el día que me comí a mi perro. El día que me sacaron de casa, esposado, restregando en el felpudo aquella sobrasada peluda que se pegaba en las suelas.
Hoy me siento un poco como ese potaje de lentejas: que sobro. Así que me siento en el sofá para ver la tele mientras mi perro lo ENGULLE todo.
¿Tendrá razón? Hay ciertos días que me levanto y percibo la vida ajena a mí. La niebla. Embotamiento emocional. Fases en que florecen mis esquejes de diablos amapola, que salen al sol que alumbra cuando nubla. Y en un segundo cualquiera me veo al borde de mis actos, al borde de mi cordura.
Y los demás, callados.
Y yo, apartado, observado.
Asi es como ella me miró hoy antes de pronunciar sus malditas palabras. Seguro que lo notó, lo sé: el olor a cabra.
De todas formas la cosa hacía aguas, estaba enamorada de aquel capullo. Mi reacción fue la de cualquiera en mi lugar. Estoy harto de seguir siendo el segundo plato. Juro que lo mato, juro que lo mato, juro que lo mato...
Al despertar, descubro a Sobras mirándome, pidiéndome más.
Al despertar, descubro a Sobras mirándome, pidiéndome más.
Más culpa, más vergüenza, más carnaza.
El olor de mis tripas asomando, sin escapatoria.
Entonces, aquella voz:
Y aquella forma odiosa de mover la cola...
Ese día, los alaridos alertaron a los vecinos y llamaron a la policía. Fue el día que me comí a mi perro. El día que me sacaron de casa, esposado, restregando en el felpudo aquella sobrasada peluda que se pegaba en las suelas.