"A estas alturas, no me interesa conquistar el mundo. Incluso sin héroes que lo defiendan. Pim pam pum".
"Se empeñaban en ser demasiado perfectos, y la perfección, Gustavito, NO EXISTE, si no es por un breve lapso de tiempo... como la felicidad. Es decir, toda cosa imperfecta tiende a la perfección, como el infeliz tiende a la felicidad, como la noche al día, como el caos a la armonía... Borrón y vuelta a empezar.
La dualidad, el Yin y el Yang... Gustavito, fíjate en lo que te digo. No te puedes quedar solo en una parte de esa dualidad porque todo es un vaivén; el vaivén del universo, que se expande y se contrae hasta que estemos todos muertos. Cada cosa tiene su vaivén, su ritmo de expansión-contracción particular. Entonces, no tiene sentido que te preguntes si eres feliz, si eres perfecto, si eres bueno... El universo te mece, y tu radio de acción-efecto equivale a prácticamente NADA con respecto a toda la infinitud del cosmos".
Gustavito Probeta, esa noche no probó bocado. "¡Uuuuugh!". Dio una patada a la bandeja de sobras que el Dr. Radzinky le pasó por debajo de la puerta y reptó hasta su rincón dejando un reguero de babas y mocos de tan descomunal berrinche. Se sentó, gimiendo, a escuchar el cri-cri de las estrellas que tan colosales lo miraban a través del ventanuco.
La impotencia le llevó a pegarse varias veces con la alpargata en la cabeza agotado por pensamientos que no le llevaban a nada: una rima deforme de Lorca, fórmulas matemáticas borrosas, hipotenusas, voces familiares, olvido, borrón y vuelta a empezar con Lorca y las hipotenusas. Finalmente, cayó dormido en la más dulce de las rendiciones.
Y soñó que iba en una balsa a la deriva: arrastrado, insignificante, pero más libre que nunca.
Música: Enrique Morente & Lagartija Nick - La Aurora de Nueva York (Lorca)