A Dudu no le gusta Operación triunfo y lleva una camiseta de Sepultura con un dibujo to guapo.
Dudu es un tío especial. Echado en la cama, escucha en sus auriculares el disco negro de Metallica que le ha grabado su hermano y se pregunta si este año que entra perderá la virginidad.
¡Esto sí que mola! ¡No el Load, que es una mariconada!...
La virginidad...
Pero tiene que ser con una tía que mole, no de esas que pierden el culo por el Bustamante.
Si le hubiera tirado a la Sandra en su momento… Era la chica perfecta, una diosa, una valquiria del Valhalla. Pero ahora se ha echado un novio gafapasta de esos con jersey de rombos, con su moleskine y todo. La Sandra ya se ha echado a perder, escucha otra música, sale con otra gente. Solo Dudu y unos pocos seguían fieles a lo que eran.
A ver, a ver… ¿dónde coño estaba eso?
Dudu sacó una carpeta cuidadosamente forrada y cubierta de recortes de todos sus grupos: el tío de Manowar pisando banderas, una calabaza de Helloween, Kai Hansen levantando un puño con su guitarra colgada, los de Rhapsody sentados cada uno en un trono… La abrío con sumo cuidado, como si entre sus manos sostuviera un grimorio del siglo XVIII con alguna página suelta, y de ella sacó una hoja de libreta arrancada, aunque cuidadosamente doblada. No tendría moleskine, pero ¡qué cojones, él también era escritor! y esto lo escribió pensando en ella:
Sandy, Sandy, Ángel eterno,Dudu sacó una carpeta cuidadosamente forrada y cubierta de recortes de todos sus grupos: el tío de Manowar pisando banderas, una calabaza de Helloween, Kai Hansen levantando un puño con su guitarra colgada, los de Rhapsody sentados cada uno en un trono… La abrío con sumo cuidado, como si entre sus manos sostuviera un grimorio del siglo XVIII con alguna página suelta, y de ella sacó una hoja de libreta arrancada, aunque cuidadosamente doblada. No tendría moleskine, pero ¡qué cojones, él también era escritor! y esto lo escribió pensando en ella:
oh, de luz pintas mis tinieblas,
mis fantasmas, kriaturas del Averno.
En el Valle de los Caídos,miles de almas lloran.
Entre negros aullidos,
a tu nombre imploran.
Oh, Sandy, Sandy.
Aquella noche, decidió ahogar sus penas en calimocho, en el bar de siempre, el único en el que ponían música de verdad, de la buena, y encima dejaban fumar.
Sus colegas de siempre aún no habían llegado y reparó en que había gente rara. No, no eran los típicos posers ni jevis pastel; se trataba de un grupo de pijos repeinados que no paraban de reír allí en el fondo del bar. Habrán venido a ver si les ponen a los Mago de Oz, pensó entre risas.
Como si estos hubieran adivinado sus pensamientos, pararon de reírse y lo miraron de soslayo.