Dudu, corazón de acero (II)


Dudu, pasando cuatro kilos, empujó su silla de ruedas hasta el servicio de caballeros. Pero una vez dentro, no oyó la puerta cerrarse tras de sí. Al volverse, vio a uno de los pijos colarse en aquel habitáculo lleno de meados y papel higiénico mojado en el suelo.

–Eh, ¿qué pasa? ¿No ves que está ocupado? –exclamó Dudu.

El pijo sacó su móvil, pulsó un par de botones y lo colocó cuidadosamente en el suelo apoyándolo en la pared con la inclinación adecuada para grabar a Dudu. El muy hijo de puta llevaba la careta de un cerdo. Era un cerdo de Lacoste. Y el cerdo llevaba un cuchillo de los que cortan.

–Ahora me la vas a chupar y voy a acabar en tu culo. ¿Qué te parece, tullido? Porque si no, te voy a rajar el pescuezo.

Dudu. A su madre le parecía un diminutivo precioso, aunque su padre siempre lo llamaba por su nombre, Eduardo, porque le inspiraba nobleza y carácter. Su Eduardo. Dos sucesos marcaron su vida para siempre: uno, el accidente de moto; el otro, la operación. Ya ves, un defecto congénito en el corazón que le obligó a llevar marcapasos desde los quince. Estos chismes los hacen de acero, y él siempre bromeaba diciendo que llevaba el metal en el corazón. Dudu se sentía afortunado, tenía buenos amigos con los que ir a los “festis”, hablar de música y películas, de chicas imposibles… aunque hoy habían tardado más de la cuenta en llegar.

¿Y por qué justo a él?, se preguntaban familia y amigos con la mirada, silenciosos todos en un pasillo de hospital. Consuela pensar que hay un porqué para todo, que hay una especie de karma o justicia universal. Como si lo aleatorio, el azar y las cosas porque sí fueran el tabú más grande incluso para unas mentes evolucionadas y empíricas. Y dios no es empírico, hostia, le decía el Panterilla a Dudu en una de aquellas charlas en el mismo bar en que le rompieron el culo a su amigo. Pero en realidad, ni él, con sus pintas de cuero, tenía los suficientes cojones para aceptar las cosas como son.

David se llamaba. Dudu lo supo por la policía. El hijo de puta se llamaba David, como David Bustamante.


Música: Nine Inch Nails - Closer